Es un òrìsà femenino (aunque en algunos ìtan aparece como
masculino), relacionado con la salud, la suerte y la riqueza.
El agua de mar que es su morada, participa del simbolismo
de la fertilidad, de la abundancia. La Ostra (por su forma de
oreja) es la forma de percibir la palabra y la perla es la
palabra misma.
Se le
considera una divinidad caprichosa, voluble e inconstante.
Se dice que escoge al azar a quien bendecir y bonificar, a
veces con grandes cantidades de dinero.
En algunas variantes, como en el lado nagó, Ajé es
entregada junto a Òsun y Sàngó, representada por un caurí
gigante que no puede comprarse en el mercado, sino que
debe ser encontrado o recibido como regalo.
En el dínlógún habla en Aláàfìa méji (16-16), donde indica
que la persona debe asentar a Ajé Salugá. Es un òrìsà que
se recibe pero que no se corona en la cabeza de nadie.
Es un òrìsà que a pesar de ser ampliamente considerado de
sexo femenino, aparece en otras ocasiones con sexo
masculino. Esta dualidad simplemente estaría indicando que
la Suerte, la Fortuna, en fin, la Riqueza tampoco tiene sexo.
Cuando Ajé se considera masculino está relacionado con
Òsanyìn y Èsù, pues cuenta una historia que Ajé distribuía
las riquezas indiscriminadamente a todos, y que nadie
buscaba a Òsanyìn, el gran hechicero, para nada, pues Ajé
cubría las necesidades de todos. Òsanyìn, envidioso, engulló
5
a Ajé, que desapareció de la tierra. Las personas recurrieron
a Orunmila, pues no soportaban vivir bajo el fardo de la
necesidad. E Ifá envió a Èsù con una ofrenda para Òsanyìn,
que se constituía de maíz bien cocido y condimentado con
pimienta, pero mezclado con picadura de tabaco. Òsanyìn,
goloso, comió la refección entera, pensando que era señal
de reconocimiento de las personas en relación a su
importancia, pero el tabaco es un hemético muy fuerte, e
hizo que Òsanyìn vomitara, vomitara y vomitara hasta
devolver a Ajé. Sólo que Ajé ya había sido digerido y regresó
en forma de miniaturas de Ajé (monedas, perlas, cauríes,
etc.), que Èsù pasó a controlar, y así nació el dinero, que es
distribuido desigualmente entre las personas.
En ocasiones importantes, cuando alguien gasta grandes
cantidades de dinero en tierras yorubas, es usual oír el grito
¡Ajé O!, lo que implica que tales gastos son posibles gracias
a la bendición del òrìsà.
Encontrar una madreperla es considerado de buena suerte
se le debe colocar un vaso de aguardiente. Se fuma un
tabaco y se sopla con el humo del tabaco.
Igual que cualquier otra divinidad, aunque quizá en mayor
medida, exige completa confianza en sus poderes. Ajé Shalugá simboliza para el pueblo yoruba el poder de
ganar y obtener dinero para una vida sin dificultades y con
prosperidad extensiva a toda la familia.
Es un fundamento que pocas casas de santo conocen o
rinden culto, para asentar Ajé Shalugá es necesario tener
sus 4 fundamentos también asentados, para que se
consiga alcanzar los intentos, cambiar el destino,
consagrar todo el ritual y lograr el objetivo que es el de
que prospere quien le rinde culto.
Los 4 fundamentos necesarios para tener Ajé Shalugá
dentro del culto a Ifá son:
* Èsù Odara
* Orunmila
* Osanyìn
* Igbá Ori
Aquel que no tuviera esos 4 asentamientos amarrados
a los òrò de Ajé, con certeza no tendrá canalizados
para sí los poderes de Ajé Shalugá.
Se hace necesario aún que esos òrìsà estén dispuestos
de la siguiente forma en la amarración del Ojubò:
Orunmilá al centro, Èsù Odara a la izquierda, Òsanyìn a
la derecha, Igbá Ori al frente y el asentamiento de Ajé
delante del Igbá Ori y abajo, significando el camino de
aquella persona y lo que está en por venir de ella.
Después de un largo ritual de consagración de ese Igbá
Ajé Salugá, con rezos, cánticos y sacrificios es
entregado entonces a su nuevo seguidor el igbá Ajé
(asentamiento), sólo quien toca, manipula y trata con
ese asentamiento es la persona que lo recibió,
corriendo el riesgo de perder todo cuando este òrìsà es
cuidado por otra persona que no lo recibió.
Debido a ese tabú, no se permite que nadie que no sea
de nuestra entera confianza entre al lugar donde está
asentada Ajé.
Ajé Salugá vive en una sopera o pote grande de loza
subdividida de características especiales, es un òrìsà de
cosas frescas y preciosas. Pocas personas lo tienen, debido justamente al gasto
que insume asentarlo.
Ajé Salugá es considerada en algunas variantes como la
hermana más joven de Yemoja. Ambas son hijas predilectas
de Olokun. Cuando la inmensidad de las aguas fue creada,
Olokun dividió los mares con sus hijas y cada una reinó en
una diferente región del océano. Ajé Salugá ganó el poder
sobre los mar. Eran nueve hijas de Olokun y por eso se dice
que son nueve “Yemoja”. Olokun le dio a sus hijas los mares
y también todo el secreto que hay en ellos. Pero ninguna de
ellas conoce todos los secretos, porque algunos sólo están
reservados al propio Olokun. Ajé Salugá era, sin embargo,
una niña muy curiosa y siempre iba a espiar por todos los
mares. Cuando Olokun salía para el mundo, Ajé Salugá hacía
subir la marea e iba atrás cabalgando sobre las ondas. Iba
disfrazada sobre las olas, en forma de espuma burbujeante.
Tan inmenso y atractivo era su brillo que a veces cegaba a
las personas que miraban. Un día Olokun dijo a su hija más
pequeña:
“Lo que des a otros tú también lo tendrás, será vista por los
otros como te mostrares. Este será tu secreto, mas debes
saber que cualquier secreto es siempre peligroso”. La próxima vez que Ajé Salugá salió en las olas,
acompañando disfrazada, las andanzas de Olokun, su brillo
era mucho mayor, porque mayor era su orgullo, ahora
detentora del secreto.
Muchos hombres y mujeres miraban admirados el brillo
intenso de las olas del mar y cada uno con el brillo quedó
ciego. Si, su poder cegaba a los hombres y las mujeres.
Fuente: Bayo© Editores 2007
Bàbá Osvaldo Omotobàtálá
Eshu gbemi
Ashe para todos...